Cuando alguien decide adoptar un perrito debe ser consciente de que ese perro crecerá y se hará grande. Supongo que es algo que la mayoría de gente sabe, pero lo que igual no todo el mundo sabe es que las etapas en la vida de un perro son muy similares a las de un ser humano. Y es que los perros también tienen adolescencia.
Esta etapa suele alcanzarse con la madurez sexual (aproximadamente entre los nueve y dieciocho meses), esto quiere decir que los perros tendrán su primera eyaculación y las perras su primer celo. ¿Y en que se parece la adolescencia canina en la humana? Pues principalmente en la rebeldía de nuestro animal. Si lidiar con adolescentes es duro, con un perro adolescente no es más fácil. Y es que llega un momento en el que el animal, a pesar de seguir adorando a su dueño, intenta ser un poco más independiente. Intenta de alguna forma retarnos, manteniendo un pulso constante con nosotros para ver quien es el más fuerte.
Todo esto se traduce en momentos y episodios en los que nuestro perro pasará de nosotros completamente. Dará igual lo alto que gritemos, él intentará salirse con la suya. ¿Y como podemos afrontar estos episodios de anarquía de nuestra mascota? Pues como lo haríamos con un adolescente, un poco de disciplina y castigo si es necesario. Para ello no tenemos que flaquear, si damos una orden y no la cumple tendremos que estar encima de él hasta que la cumpla, ya que de otra forma asociará que a pesar de que gritemos o le ordenemos puede hacer lo que quiera.
Es una etapa “difícil” tanto para la mascota como para el dueño. Eso sí, hay que destacar que evidentemente no todos los perros son iguales, cada animal tiene su propio carácter. Por tanto, a pesar de que todos pasan por esa etapa no todos tienen el mismo nivel de desobediencia.
Además, es bueno recordar que esto es pasajero, y que si invertimos tiempo en nuestra mascota, y paciencia, mucha paciencia, lograremos que pueda alcanzar una madurez y equilibrio adecuados.