La epilepsia es una enfermedad que se caracteriza por un trastorno neurológico que facilita que el cerebro pueda generar convulsiones recurrentes. Son descargas electroquímicas del cerebro que provoca que las neuronas se despolaricen transmitiendo señales eléctricas entre ellas. De esta forma se difunde un estado de excitabilidad en la totalidad cerebral. El cerebro envía axones hacia los músculos y es por esto que los individuos convulsionan de una manera tan violenta y descontrolada.
Nuestro perro pasará por tres etapas en un ataque epiléptico. La primera es el Aura: en esta etapa el perro se mostrará inquieto, muy nervioso, con temblores y excesiva salivación. También se pueden presentar casos de descoordinación así como enajenación. Esta etapa puede durar desde unas pocas horas hasta varios días.
Ictus: esta es la fase del ataque. Por lo general se presentará durante varios segundos o minutos. El animal caerá al suelo y comenzará a presentar movimientos involuntarios en sus patas, además también tendrá una salivación excesiva y podría perder el control sobre sus esfínteres.
Tras estas dos etapas el perro entraría en la etapa Postictal. En esta última nuestro animal estará en estado confusión y desorientación. En algunos casos se puede presentar ceguera temporal.
Cabe destacar que esta enfermedad se puede desarrollar en perros de uno a siete años de edad. Además, existen ciertas razas que son más propensas a padecerla como por ejemplo el Pastor Alemán, el San Bernardo, Beagle, Setter Irlandés o el Caniche.
Evidentemente si presentamos alguno de estos episodios debemos acudir sin falta a nuestro veterinario para que le practiquen a nuestra mascota las pruebas pertinentes.
En cuanto al tratamiento, consiste principalmente en la administración de anticonvulsivantes de manutención. En la actualidad podemos encontrar, afortunadamente, una amplia gama de medicamentos que ayudarán a nuestra mascota a controlar estas convulsiones e incluso a remitir poco a poco la enfermedad. Además, es importante saber que por norma general no hay riesgo de muerte para el perro.